La honestidad es el primer capítulo en el libro de la sabiduría
Thomas Jefferson
La honestidad es un valor fundamental que se refiere a acciones justas, verdaderas, sin engaño. Por este motivo las personas honestas son aquellas que no mienten, no hacen trampa, no roban, ni manipulan.
Aunque todo lo anterior es cierto, la definición vá mucho más allá. La honestidad también incluye la intención que acompaña a la verdad de tus actos. Esto significa ser transparentes. Si una persona es honesta, no habrá ni la menor señal para equivocarnos respecto a ella. La persona madura en honestidad se encuentra en los niveles superiores del ser.
La honestidad es la mayor virtud de todos los valores humanos, porque nos permite gozar de excelentes beneficios personales, y además de mayores recompensas para la comunidad y la nación. Es un cimiento sólido para nosotros y la sociedad.
Al estudiar el carácter de la gente honesta, encontramos varios hábitos claves que se pueden aprender y desarrollar:
1. Son honestos en lo que hacen; también en lo que dicen, piensan y sienten.
La honestidad es integral y se refiere a todo el conjunto de lo que eres como persona. No se puede separar la verdad de la honestidad, porque ésta es el resultado de la honestidad. Es aquella voz interior que te sugiere ser claro, antes de que mientas.
La honestidad también se refiere a ser transparentes en cuanto a las palabras, acciones y sentimientos. Es la hermosa virtud moral de actuar según el dictamen de tu conciencia para no caer en el robo, la trampa y el engaño.
2. Cumplen con sus promesas y compromisos
Las personas honestas viven de acuerdo con sus promesas, cumpliendo compromisos y revolviendo amigablemente los problemas.
En un mundo basado en la honestidad, no se necesitaría mucho de la fuerza policial porque el crimen cesaría. Precisamente el crimen es el producto de la deshonestidad, la mentira y el robo.
La gente honesta posee el hábito de cumplir a cabalidad con sus compromisos. Tienen la firme convicción de que su valor como personas se basa en ser claros, pulcros y honestos. Mantienen una excelente reputación porque cumplen con todos sus compromisos y obligaciones.
3. Son confiables y rectos
La gente honesta posee el hábito destacable de ser confiables y rectos. Esto significa no hacer trampas, cuidar con mayor esmero los bienes ajenos, no robar, no manipular, no ser solapado o quedarse callado, cuando hay que hablar.
La persona honesta también reconoce la complicidad en el carácter de la omisión. Se puede caer en el delito cuando por omisión no expresas irregularidades como robos y hurtos; tu silencio te convierte en cómplice de estas actividades delictivas.
La confiabilidad y la rectitud es la característica fundamental de la gente honesta. Es de vital importancia que no defraudes la confianza que los demás depositen en tí, además que te mantengas firme en tus convicciones y creencias; para que te conviertas en un hombre, o una mujer de virtud y honestidad.
4. Dicen a los demás las cosas que deben saber, aún aquellas que no son fáciles
La gente honesta mantienen muy buenas relaciones de confianza. Poseen la obligación moral de ser francos, amorosos, abiertos y directos con sus allegados.
Las personas que practican la honestidad son sinceras con la gente que se encuentra a su alrededor. Expresan la verdad, aunque ésta pueda ser dura y dolorosa. Prefieren ser honestos y claros, aunque esto signifique la pérdida de alguna amistad.
Existen situaciones en la vida, en donde decir la verdad puede ocasionarte problemas. Las personas honestas, sin embargo, son veraces, probadas, íntegras y leales; en todo momento y lugar.
5. No aceptan las influencias negativas
Las personas que practican la honestidad tienen la firme convicción y creencia, en la bondad de los principios y valores éticos y morales. Son gente que no se deja influenciar por el ambiente, y por la gente deshonesta.
Existen situaciones en la familia, en el empleo, en los negocios, y en la comunidad, donde algunos desean tomar ventaja; además pretenden que tú participes en corrupción. Mántente firme en tus principios, aléjate y dí «no» a aquellas personas que desean involucrarte en negocios sucios y deshonestos.
Los buenos amigos y la gente que en verdad te considera, jamás te propondría cosas por fuera de la ley. En este mismo orden de ideas, es importante reconocer las leyes y reglamentaciones vigentes; para no caer en errores por desconocimiento e ignorancia.
6. No dicen mentiras, pero tampoco medias verdades
Las personas honestas, por lo general, evitan las exageraciones. Es importante que no prometas lo que no puedas cumplir, ni deformes deliberadamente una información.
De igual forma, resulta necesario al practicar la honestidad no encubrir hechos importantes que puedan dañar tu reputación. Es mejor ser claros y concisos, para evitar malos entendidos en un futuro.
La gente honesta se aleja de la hipocresía y la falsedad, en cuanto a las relaciones con los demás. Prefieren decirle la verdad en la cara a una persona, aunque le duela; con el objetivo de que esta persona pueda cambiar y mejorar sus actitudes en un futuro. Así mismo, se interesan en que les hagan saber sus fallas y errores; para de esta forma, crecer como personas.
7. Son formadores de honestidad
Las personas que practican la honestidad tienen como hábito principal recalcar entre los suyos este principio y valor moral. Son gente que premian la honestidad y la practican en su vida, para que otros quieran imitarle. Las culturas que no son claras, francas, fijas y previsibles; terminan por ser desechadas y apartadas de la prosperidad.
El ser deshonestos y el haber propiciado una cultura deshonesta, trae muchos problemas. De hecho, la inseguridad en la sociedad es más grave que los problemas económicos.
La inseguridad genera el crimen, la deshonestidad y la corrupción. Las inversiones, el crecimiento y el desarrollo se ven frenados por la falta de honestidad.
Como la honestidad es el núcleo principal de los valores, todo funciona correctamente cuando la practicamos. Es importante que seamos formadores de honestidad, ya que nunca cambiaremos en realidad; hasta que vivamos y sigamos este maravilloso principio.