Las grandes personas tienen grandes valores y una gran ética
Jeffrey Gitomer
Los valores éticos se definen como actitudes o virtudes en el carácter de un hombre o una mujer que los convierte en mejores personas: más humanas, más bondadosas, más equilibradas, más conscientes y más reflexivas.
Es una gran realidad que en el mundo de hoy los valores éticos están en crisis en todos los ámbitos de la vida diaria: en la política, en los medios de comunicación, en las transacciones comerciales, en los centros educativos, en la vida familiar, en los lazos de amistad, en los negocios y en otros ámbitos de la sociedad.
La carencia de valores éticos alimenta diversos problemas sociales como la violencia intrafamiliar, la corrupción administrativa, la discriminación, las actitudes autoritarias, individualistas, entre otras.
Resulta importante indicar que la práctica de los valores hacen más humana nuestra vida. Cada persona posee el libre albedrío para practicarlos y vivenciarlos. Lo anterior no significa que un individuo deshonesto o mentiroso deja de ser persona; significa más bien que esa persona ha renunciado a practicar el proyecto de sensibilización y humanidad que el individuo ha descubierto e implementado a través de muchos siglos de historia.
A continuación realizo una lista con los 10 valores éticos más importantes:
1. La Integridad
La palabra integridad proviene del griego integritas que significa unión, cohesion, compactacion y solidez. Como valor ético se establece cuando una persona unifica su cuerpo, mente y alma para actuar en una forma buena, correcta y adecuada.
La integridad también se puede definir como la coherencia o congruencia entre lo que se dice, se piensa y se hace. Es actuar según el dictamen de tu conciencia para actuar en forma buena, justa, agradable y honesta.
De igual manera, las personas íntegras son fieles a sus principios, creencias y opiniones; al no dejarse influenciar por la gente que desea conseguir todo en forma fácil y deshonesta. Ser íntegros también significa cumplir con nuestra palabra, aceptar nuestros errores, ser honestos, sinceros y justos.
2. La Responsabilidad
El valor ético de la responsabilidad se define como la actitud de una persona para asumir y responder por sus palabras, Pensamientos, ideas y acciones; es además, reconocer que tienes un propósito y que solo tú tienes la capacidad y la libertad para ejecutar tus metas.
De igual manera, ser responsables es saber respetar los derechos de los demás, y cumplir con los deberes tanto en la vida personal, como en en el plano social y laboral. Una vida asumida y responsable conlleva a cuidar tus talentos, dones y habilidades para colocarlos al servicio de los demás y convertirte en un hombre o una mujer con grandes principios y valores.
En este mismo orden de ideas, la gente responsable reflexiona sobre sus actos cotidianos, no permite que los más débiles sean pisoteados y ultrajados, defiende, protege y provee para su familia; y no renuncia a sus más grandes ideales y convicciones a pesar de ser excluidos e ignorados.
3. El Respeto
El valor ético del respeto se define como la estimación o consideración que se tiene con cualquier otro ser humano. Es el expreso reconocimiento a la dignidad de todo individuo, y que toda persona merece un trato justo, amable y considerado.
El valor del respeto parte de la premisa «no hagas a otros, lo que no quieres que hagan contigo». Es importante tratar a los demás como queremos que otros nos traten: con mucho respeto, amabilidad y cortesía, a pesar de las diferencias de criterio, de ideas y comportamientos.
De igual manera, resulta necesario enseñar a los niños y adolescentes a dirigirse y actuar con absoluto respeto por las personas mayores. Que los observen como gente experimentada, sabia y de los cuales pueden aprender mucho sobre todos los aspectos de la existencia.
4. La Solidaridad
El valor ético de la solidaridad se define como ayuda o apoyo incondicional a causas o intereses ajenos, especialmente en situaciones comprometidas o difíciles. Es un acto virtuoso que sale del corazón para aliviar o solventar las necesidades de las personas más vulnerables.
La solidaridad no debe ser flor de un día. Es necesario que se convierta en un hábito que se pueda practicar en todo momento, tiempo y lugar. Si no podemos entregar ayuda económica entreguemos nuestros esfuerzos colaborativos para ayudar a otros. También resulta importante entregar instrucción y consejo para ayudar a otros a crecer tanto personal como socialmente.
Resulta importante inculcar con el ejemplo el valor de solidaridad en los niños y jóvenes, que ellos despierten conciencia sobre la necesidad de ayudar, socorrer y auxiliar a otros en momentos de dificultad o calamidad.
5. La humildad
El valor de la humildad procede del término latino ‘humus’ que significa tierra, lo más bajo, lo que todos pisan al andar. Este término como valor ético significa actuar, hablar y pensar con sencillez, modestia y amabilidad. Es probable que el orgulloso camine acompañado, pero sus relaciones o afectos son volátiles o poco duraderos; en cambio, aquel que posee una personalidad humilde es amado, deseado entre la gente, respetado y considerado una persona de valor.
Podemos indicar que la humildad es una valor contrario a la soberbia. Su importancia radica en la virtud de todo ser humano en reconocer sus habilidades, cualidades y capacidades; y aprovecharlas para obrar en bien de si mismo y de los demás, sin decirlo.
La humildad permite a la persona ser digna de confianza, flexible y adaptable; en la medida en que practicamos la humildad adquirimos grandeza en el corazón de las demás personas.
6. La Tolerancia
El valor de la tolerancia se define como actitud de una persona para respetar las ideas, creencias u opiniones de los demás aunque no coincidan con las nuestras. Es la virtud de aceptar que somos diferentes, diversos y únicos; para convivir, aceptar y comprender al otro, a pesar de la diferencia.
Resulta indispensable para formar una cultura de tolerancia que todos aprendamos como dice Luther King el «noble arte de vivir como hermanos». Esto es practicar la unidad, el respeto y el altruismo hacia las demás personas, sin importar su raza, nacionalidad, cultura o religión.
Hellen Keller cierta vez expresó: «la mejor consecuencia de la educación es la tolerancia». Resulta importante que tanto los educadores, padres de familia, dueños de empresas y colaboradores se concienticen del valor de la tolerancia como aspecto clave para una mejor convivencia y relaciones humanas.
7. La lealtad:
Uno de los valores éticos más importantes es la lealtad. La lealtad se define como sentimiento de respeto y fidelidad a los propios principios morales, a los compromisos establecidos o hacia alguien. Ser leales significa compromiso, adhesión, confianza y estimación.
Resulta importante que seamos leales a nuestros principios, creencias y valores, a pesar de la oposición, las influencias externas y las visiones poco realistas de conseguir el dinero, la fama y el éxito sin dedicación ni esfuerzo.
De igual manera, es necesario practicar la lealtad en las relaciones de amistad, en las empresas, en la familia y en las escuelas. La lealtad genera confianza, relaciones fuertes, unidad y progreso. Ser leales es un tesoro escondido que muy pocos saben buscar y apreciar.
8. La confianza
El valor de la confianza se define como esperanza firme que una persona tiene en que algo suceda, sea o funcione de una forma determinada, o en que otra persona actúe como ella desea. La confianza en uno mismo es fundamental, pero la confianza en los demás es una notable actitud de los sabios y entendidos.
Vivimos en un mundo de desconfianza y sospecha. Es importante entender que si no confiamos en otros, porque los demás debieran de confiar en nosotros. Juzgamos a otros por las apariencias, sin tener bases, testigos o pruebas. Buscamos intenciones ocultas en los demás, y no valoramos sus buenas cualidades.
Resulta de trascendental importancia pensar bien de los demás. No todo el mundo es malo, ni todos son mentirosos o ladrones. Es necesario pensar en todo lo bueno, todo lo justo y todo lo honesto. Así nos llenamos de pensamientos positivos y hacemos sentir a las demás personas valoradas y queridas.
9. La generosidad
El valor de la generosidad se define como la actitud o disposición de una persona para dar, sin esperar recibir nada a cambio. Consiste en ser desprendidos para entregar ayuda a los más necesitados y sentir la alegría de aliviar el sufrimiento de otros.
La gran realidad es que las personas que más dinero, recursos y sabiduría poseen son aquellas que retribuyen a los demás, una buena parte de lo que han adquirido. En ese momento se forma un mecanismo de acción-reacción, por medio del cual lo que se entrega, vuelve nuevamente al que fue generoso.
10. La honestidad
La honestidad como valor ético fundamental se encuentra estrechamente asociada a la honradez, a la rectitud de ánimo y a la integridad personal. También es importante afirmar que el adjetivo honesto posee los siguientes significados: decente, decoroso, recatado, pudoroso, razonable, justo, probo, recto y honrado.
Según Marco Tulio Cicerón, la honestidad se manifiesta en el cumplimiento de las obligaciones, que se encuentran presentes en todas las actividades de la vida humana; en contraposición a lo útil, al placer y al sufrimiento. Para este filósofo Romano la honestidad es la más profunda aspiración del ser humano en busca de la rectitud.