No hay escuela igual que un hogar decente y no hay maestro igual que un padre virtuoso
Mahatma Gandhi
Existen ciertos mitos o ideas erróneas con respecto a la educación de niños y jóvenes desde el hogar. Algunas veces escuchamos frases y consejos de personas bien intencionadas sobre la forma de educar a los hijos.
Algunas preguntas que podríamos hacernos son estas: ¿En que aspecto estoy fallando en la educación de mis hijos?, ¿Cómo hago para que mejore su comportamiento?, ¿Será cierto lo que dijo Juan sobre cómo educar a los niños?.
Un mito se puede definir como una historia ficticia de elaboración literaria en la cual se condensa alguna realidad humana. El mito, en este caso es sinónimo de fantasía, irrealidad e improbable. A continuación expongo los 7 mitos principales con respecto a la educación de nuestros hijos:
1. Es mejor hacerse amigo de los hijos
En la época actual existe una tendencia a pensar que un padre o una madre debe ser el mejor amigo para su hijo; pero esta creencia es falsa. Unos padres «buenos amigos» para sus hijos pierden autoridad y respeto en el seno familiar.
La relación entre padres e hijos no debe ser «de igual a igual», o «de amigos». Ser cercano con tus hijos no implica una relación simétrica, en el que padres e hijos tienen el mismo grado de responsabilidad.
Aunque siempre es aconsejable llegar a acuerdos a través de la comunicación y el diálogo, a los padres le corresponde en última instancia, el derecho y la responsabilidad de decidir sobre qué es lo más adecuado y conveniente para los hijos. En este sentido la educación debe ser participativa, más no democrática.

2. Más vale un azote a tiempo
En la educación tradicional los golpes y azotes estaban a la orden del día. Hoy en día existen otras estrategias para aplicar correción y disciplina sobre los hijos y adolescentes.
Numerosos estudios demuestran que el castigo físico no tiene consecuencias positivas sobre la conducta de los menores. Lo que sí se ha comprobado es que produce efectos negativos como presentar un modelo de agresividad, escalar hacia el maltrato y socavar la confianza del niño.
Resulta importante indicar que la falta de castigo físico no significa falta de control o de normas. Se recomienda el control, la supervisión y la disciplina constante. En este sentido, es aconsejable implementar ciertas técnicas como la retirada de privilegios, el coste de respuesta y el tiempo fuera; como métodos de educación más efectivos que el azote y la bofetada.
3. Disciplina es lo mismo que castigo
Es importante diferenciar estos términos en la educación de niños y jóvenes. El castigo se refiere a una parte más de la acción disciplinaria, pero la disciplina implica muchas más estrategias que el simple castigo.
Algunas técnicas exitosas para practicar la disciplina en el hogar son el elogio, el refuerzo, el razonamiento verbal, ignorar el comportamiento inadecuado o advertir sobre las consecuencias. Son métodos de disciplina positiva que tienen mejores resultados, para cambiar la conducta de los niños y adolescentes problemáticos.
De igual forma, se recomienda aplicar castigos moderados, no físicos como privar de privilegios a los menores cuando estos desobedecen, cuando no se encuentran al día con sus obligaciones escolares o tareas asignadas en el hogar.

4. La culpa de cómo sean los hijos siempre la tienen los padres
Este mito lo escuchamos con frecuencia cuando los demás critican el comportamiento de un niño o adolescente. Es muy cierto de que los padres desempeñan un papel fundamental en el comportamiento futuro de sus hijos, sin embargo existen otros aspectos para analizar.
Algunos factores importantes que influyen en la forma de ser de un niño o adolescente son: la influencia del grupo de iguales o amigos, la socialización en la escuela, la propia personalidad, las experiencias personales de los hijos, los factores hereditarios, etc.
Con frecuencia se piensa que los hijos se pueden «traumatizar» con facilidad por cualquier cosa que hagan los padres. Es necesario no ser catastróficos en este sentido, y reconocer que es inevitable cometer errores. Aquí lo fundamental es enseñar con el ejemplo, y darle a conocer a los jóvenes y niños los errores que hemos cometido, para que ellos no repitan ese comportamiento.
5. Cualquier conflicto entre padres e hijos es negativo
Este mito nace de la idea de que siempre los conflictos producen consecuencias negativas. Los conflictos son una parte inevitable de las relaciones humanas, incluida la familia.
Aquí lo más importante no es el conflicto en si, sino la manera en que los padres e hijos los resuelven. Si se solucionan de forma adecuada, con buena comunicación, son requisitos para implementar cambios positivos, limar asperezas y comprender los sentimientos de los miembros del núcleo familiar.
Es necesario indicar que el límite entre el conflicto saludable y el problemático lo demarca el uso del chantaje emocional, la manipulación, o la agresión física y verbal. Si los padres e hijos arreglan los conflictos sin faltarse el respeto, sin humillar u ofender, es posible que se presenten consecuencias positivas en las relaciones familiares.

6. Si un hijo nace de una determinada manera, los padres pueden influir muy poco sobre él
Todas las personas nacen con una serie de características biológicas que las definen; sin embargo, estas no son inmutables o rígidas. La personalidad y la conducta se van definiendo y modificando a través de las interacciones con la familia y el medio ambiente.
El papel de los padres en la conducta de los hijos es preponderante y de suma importancia. Una adecuada interacción entre padres e hijos facilita que los valores, las creencias o el comportamiento de los niños o adolescentes son más positivos, sanos y altruistas.
La educación parte de la premisa de construir ambientes que fomenten valores como la justicia, la libertad, el respeto y la igualdad, como actitudes positivas del carácter que los padres transmiten a sus hijos.
7. El niño debe tener siempre la figura de un padre y la de una madre
Este mito parte de la definición del núcleo familiar por excelencia, pero se ha comprobado que no necesariamente un niño o una joven requiere de los dos padres para su adecuada formación física y Psicológica.
En este sentido, lo más importante para el normal desarrollo de un menor es que tenga varias figuras de apego que le proporcionen amor, afecto y seguridad, con independencia de que sean el padre y la madre biológicos.
Es importante indicar que los distintos tipos de familia como las monoparentales, las reconstruidas y las homoparentales también pueden proporcionar los elementos necesarios de apego seguro y protección que los niños y adolescentes necesitan para un desarrollo Psicosocial adecuado.