Cuando más se tiene, más se desea; y en vez de llenar, abrimos un gran vacío
Orison Swett Marden
El valor de la austeridad se define como tendencia o actitud de una persona para vivir con moderación, siendo buena administradora de los recursos económicos, mentales y espirituales que posee.
El austero es verdaderamente rico, y como tal se siente, ya que ha aprendido a contentarse con lo que tiene, sin desear mucho más, disfrutando del momento, y de lo que los demás poseen.
La persona que vive en austeridad y templanza, sin esclavizarse a deseos insaciables de poseer y atesorar encuentra la verdadera felicidad. Es la actitud de sentir paz y armonía en la riqueza, y en la necesidad, en el éxito y en la derrota; en la compañía y en la soledad.
A continuación, según mi punto de vista, describo 7 actitudes de vida de las personas austeras:
1. Se deleitan y maravillan por lo simple, sencillo y cotidiano
El secreto de la felicidad, que sin duda conoce el austero, está en saber disfrutar de todas las cosas más bellas y maravillosas, sin poseer títulos de propiedad, como el águila que saborea libre, dominadora y majestuosa el azul del cielo, o la gacela que corre sin freno por el valle, o la espesura; disfrutando de la fragante y fresca belleza que les depara la naturaleza, sin pasarles factura.
De igual forma, el hombre virtuoso y bueno, el verdadero sabio, es el que sabe gozar sin desenfreno, de forma sosegada, de todas las bondades y sanos placeres que ofrece por doquier y a raudales la madre naturaleza, pero dentro del orden que ella misma nos impone.
La gente que practica la austeridad aprenden a sentirse dichosas y afortunadas por todas las maravillas que pueden contemplar sus ojos y escuchar sus oídos; disfrutando de esa sensibilidad, aunque no sean propietarios de esas maravillas.
Es importante indicar que al alcance de todos, mediante la sensibilidad de los sentidos se encuentran dispuestas a ser contempladas y disfrutadas en todo su esplendor y belleza las riquezas y maravillas más rutilantes, y de indescriptible valor y hermosura: el día y la noche, la aurora y el crepúsculo, el mar y el desierto, la selva llena de vida y de misterio, los valles y campiñas, las montañas que esconden sus crestas entre las nubes…el mundo entero con todas sus riquezas pertenece a todos los ojos dispuestos a descubrir, admirar, o a sentir belleza, y a las mentes capaces de pensarlas.
2. Practican la sobriedad y la moderación
La austeridad es un valor que siempre está presente, en mayor o en menor medida, en todos los demás valores humanos. Ésto se explica si tenemos en cuenta el sentido de la medida, la sobriedad y la moderación al pensar, hablar o actuar. Es importante no dejarse llevar por inquietudes e impulsos incontrolables, lo cual es una constante en cualquier valor positivo.
La gente austera son moderadas al adquirir bienes materiales, comer, beber, disfrutar de la vida; y siempre cuidan su salud, mente, alma y conciencia. Reconocen que al pensar y actuar con recato y sobriedad mantienen una armonía total para su completa existencia.
El secreto de la prosperidad y del progreso consiste en la correcta administración de los recursos que poseemos. La austeridad le permite a la gente salvaguardar su economía, salud y bienestar. Sin embargo, no consiste en ser tacaños y agarrados para todo, sino disfrutar la vida con moderación.
3. Agradecen y se contentan con lo que tienen
Las personas austeras agradecen y se contentan por lo que tienen, sin quejarse por lo que les hace falta. Por lo general, en la vida existe un noventa por ciento de cosas que están bien, y un diez por ciento que no es cómo queremos. El secreto de la felicidad es centrarse en las cosas que están bien, y pasar por alto lo que está mal. Si quieres tener úlceras de estómago céntrate en lo que está mal, y obvía todo lo demás. Es importante que agradezcas por el milagro de la vida, la maravillosa salud, y la asombrosa paz de espíritu de la que disfrutas.
La austeridad es una virtud que nos enseña a saber disfrutar de todo, sin la necesidad de inquietarse por poseer, sin perturbar nuestra paz interior, sin desasosiego o añoranzas. Nos conduce a la indescriptible plenitud y satisfacción de que lo tenemos todo, sin necesitar nada; y así quedarnos en la mejor disposición para dar y compartir con alegría.
4. Han eliminado el deseo insaciable por poseer y tener
La austeridad conforma la actitud positiva de vivirse a sí mismo, en todas las posibilidades de ser y de hacer, sin disipar la propia energía psicofísica, en el ansia desmedida de tener y atesorar. Es la austeridad la que nos permite vivir a cada instante con lo mejor de nosotros mismos, con intensidad y con la convicción de que somos felices, a pesar de la escasez, o de las adversidades.
Existen personas que poseen una ambición desmedida, y que pasan por encima de mucha gente, sin escrúpulos, para conseguir poder, fama y riquezas. Su ego los invita a conseguir, más y más cada día. La gente austera, en cambio, posee una paz de espíritu porque disfrutan de lo que tienen ya sea poco o mucho, y colocan sus principios y valores primero, por lo que su riqueza y bienestar son duraderos.
5. Son capaces de soportar carencias y altos niveles de frustración
El valor de la austeridad radica en sentir una armonía y equilibrio a pesar de las carencias económicas, físicas e intelectuales. Es la férrea actitud de sentir paz y calma cuando las condiciones no sean las mejores, pero teniendo la esperanza de que todo cambiará para bien.
De igual manera, la gente austera tienen la capacidad de soportar altos niveles de frustración, en el momento en que existan adversidades, problemas e inconvenientes. Como las personas austeras se contentan con lo mucho y con lo poco, en ningún momento sienten estrés o ansiedad porque reconocen que todo en la vida es pasajero, y es mejor transitar por el camino de la existencia livianos de equipaje.
6. Son desapegados y bondadosos
El austero, sabio disfrutador de cuanto le rodea en su exterior, y no menos de la maravilla insondable de su mundo interior, siempre está dispuesto a dar, a compartir su pan, su manta, y su techo, y a tender una mano amiga desde el fondo de su corazón.
La austeridad nos lleva a compartir, a proporcionar a los otros cuanto necesitan, y es en esa predisposición a llenar los vacíos de los demás donde encontramos la verdadera riqueza espiritual, que llena cualquier vacío en nosotros mismos.
Hace mucho tiempo el sabio Epicuro expresó: «el que no considera lo que tiene como la riqueza más grande, es desdichado, aunque sea dueño del mundo». En esta frase se pone de relieve la importancia de entregarle un gran valor a nuestras riquezas espirituales, mentales y económicas, como medio para ayudar a otros y ser generosos.
En éste mismo orden de ideas, el desapego se convierte en una actitud de la persona feliz, que a medida que se acepta y comprende a sí mismo, ama y practica más la sencillez, la simplicidad, la calma, y la paz del espíritu; así mismo se aparta de la vanidad, de la ostentación y el lujo que hunden al ser humano en la vaciedad del ego y del orgullo.
7. Reconocen que la austeridad es hermana de la riqueza
La riqueza legítimamente adquirida mediante el trabajo honrado nos proporcionará la paz, la serenidad y el gozo de saber que tenemos la conciencia limpia y que lo que hemos adquirido redundará en beneficio de los demás, en forma más o menos directa.
La austeridad vá de la mano con la riqueza, siempre que la riqueza y las propiedades sean un medio, y no un fin en si mismas; y las sepamos utilizar en beneficio de causas nobles, de forma desinteresada y generosa, para el bien social y de los más necesitados.
Vivir la austeridad no es creer necesaria la pobreza. El mundo está lleno de riquezas aún sin explotar, y somos las personas de hoy, quienes debemos saber utilizar la ciencia y la tecnología para el logro de una mayor prosperidad, que acabe con la miseria.
Para terminar, puedo indicar lo siguiente: educar con nuestra vida y ejemplo para la austeridad a nuestros hijos es educarlos para la felicidad, la madurez y la generosidad. Enseñarlos a disfrutar de todo sin necesidad de poseerlo, es vivirse a sí mismo en todas las posibilidades de ser y hacer; para saborear con alegría la dicha de compartir, y saber ser autosuficientes.