Jesús les respondió: De cierto les digo, que si ustedes tuvieran fe y no dudaran, no solo harían esto a la higuera, sino que a este monte le dirían “¡Quítate de ahí y échate en el mar!”, y así se haría
Mateo 21:21
La biblia define la fe como: «la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se vé». Es la fuerte creencia de que Dios tiene un gran propósito con tu vida, y que todos los anhelos de tu corazón se cumplirán, en concordancia con la voluntad del altísimo.
La duda, la indecisión, la inercia y la inestabilidad espiritual hacen que no consigas tus metas y propósitos de vida; en cambio la fe, la esperanza, la diligencia y la confianza en Dios hace que te vuelvas invencible ante la adversidad y las pruebas.
Resulta de trascendental importancia que cada día que pasa incrementes tu fe, con un propósito definido, un plan de acción y una perseverancia a prueba de fuego. Existen ciertas actitudes espirituales y de vida para aumentar tu fe. A continuación, según mi opinión, estas son las actitudes básicas para incrementar tu fe:
1. La oración es la llave maestra de la fe
Pero oren con fe, no dudando nada, porque los que dudan son como las olas del mar, que son llevadas por el viento de un lugar a otro. Conoce a Dios hablando con él. Esto incrementa tu fe. La oración es un instrumento para la comunicación directa con el creador, para alcanzar misericordia, reposo, paz, comodidad y descanso.
De igual forma, es importante dejar muchas cosas que se encuentran fuera de nuestro alcance en las manos de Dios. Que sea el obrando por cada problema, situación o necesidad a favor nuestro. Ésta actitud espiritual te permite soltar la carga, andar más liviano por el camino y eliminar la ansiedad y el estrés.
Una buena actitud de vida es afirmar: «no me preocupo por que sé que todas mis cosas están en las manos de Dios, y lo que Él decida estará bien». Para incrementar tu fe es necesario que te acerques cada día más a Dios, tengas momentos de intimidad con Él y entres al trono de la gracia para conseguir ayuda y gracia para el oportuno socorro.
2. Todas las cosas te ayudan para bien
Y sabemos que los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien, ésto es los que conforme a su propósito son llamados. Es menester interiorizar que a los hijos de Dios todas las circunstancias, problemas y dificultades les ayudan a cambiar el rumbo, ser mejores, progresar y alcanzar sus metas.
De igual manera, en diversas circunstancias se podría pensar que Dios no nos escucha, nos ha abandonado o no se interesa por nosotros. Sin embargo, esto no es así, el todopoderoso está actuando siempre, y cuando existen personas o cosas que no nos convienen, él nos las aparta y nos muestra un mejor sendero.
La respuesta de Dios llega en el tiempo y momento adecuado, es necesario poseer la paciencia de Job para esperar con una buena actitud las maravillosas bendiciones que el creador tiene preparadas para sus hijos. Es importante pensar que con el tiempo todos tus deseos se cumplirán, siempre y cuando sigas el consejo de Dios, y estés dispuesto a poner de tu parte.
3. Lee la Biblia
Y los apóstoles le dijeron señor auméntanos la fe. Es importante que alimentes tu fe con una dieta constante de la Palabra de Dios. Las sagradas escrituras exhortan, redarguyen, enseñan e instruyen en toda justicia. Aquí encontramos la sabiduría que proviene de Dios. Es menester leerla, escudriñarla y ponerla en practica.
Dice la palabra que la fe proviene de escuchar y leer la palabra de Dios. En ella encontramos hermosas historias para incrementar nuestra fe. Es un libro que guía nuestras vidas para hacer lo que a Dios nos ordena, para seguir en santidad y hacer lo bueno, lo justo y lo agradable.
Existen muchas personas que son sabias en su propia opinión, pero lo más recomendable es alcanzar la sabiduría que proviene de lo alto, esto lo conseguimos por medio de la lectura de las sagradas escrituras, pero siendo no solamente oidores, sino hacedores de su palabra.
4. Pon en práctica tu fe
Es de vital importancia practicar la fe diligente. Enfrenta desafíos y toma decisiones confiando en lo que Dios te ha dicho. Si tienes un talento, no lo entierres, pónlo al servicio de Dios y de otras personas. No temas al fracaso, te convertirás en mejor persona en el intento.
La diligencia consiste en actuar, en moverse, siempre hacia delante con una buena actitud de que alcanzaremos las bendiciones que Dios tiene preparadas para nosotros. Es actuar aunque las condiciones no sean las mejores, aunque sintamos cansancio, no crean en nosotros, o exista tristeza.
Existen muchas personas que retrasan indefinidamente las bendiciones que Dios tiene guardadas para ellos porque dudan, dilatan, posponen, piensan mucho y se quedan estancados en el después, en mañana lo haré. Y ese tiempo nunca llega.
Si tuviereis fe como un grano de mostaza diréis a este monte pásate de aquí, a allá, y se pasará; y nada os será imposible. La fe diligente mueve las montañas de temores, de frustraciones y de preocupaciones. Es esa clase de fe que espera lo mejor; que es grande, permanente e inamovible.
5. Las pruebas incrementan tu fe
Porque Dios no nos ha dado espíritu de cobardía, sino de poder, amor y dominio propio. Cuando existen dificultades y problemas es donde podemos apreciar nuestra fe. Dios nos entrega la solución a nuestros problemas y dificultades con el fin de que confiemos en él. No es con nuestra fuerza, sino con la fuerza del creador de todas las cosas.
De igual manera, tengamos la suficiente humildad para darle la gloria y la honra a Dios. Por su misericordia y gracia todavía estamos de pie, a pesar de las pruebas, El nos sostiene con su mano poderosa. No somos nosotros, sino su misericordia, por lo cual no hemos sido consumidos.
Podemos indicar que las dificultades eliminan lo que no es fe. Dios nos pone a prueba en las adversidades para moldear nuestra fe. Nos pasa por el fuego de la prueba para observar si en realidad somos fuertes en Cristo como la roca, o somos débiles como la flor del campo. En la solución de cada problema verás la gloria de Dios, e incrementarás tu fe.
6. La Obediencia es señal de fe
Nunca creceremos si desobedecemos lo que Dios nos ha dicho que hagamos. Resulta importante practicar la obediencia como forma de vida, escuchar la voz de Dios y respetar sus decretos y estatutos. Tu fe se incrementará si eres obediente, retienes la sana doctrina y le das la gloria a aquel que se la merece.
Aunque tenemos un libre albedrío, es necesario vivir una vida en santidad, alejados del pecado. La obediencia es poner por obra la palabra de Dios. Tomemos por ejemplo el caso de Abraham en la biblia. Dios colocó a prueba su fe al mandarle que sacrificara a su hijo Isaac. Abraham obedeció a la voz de Dios, en el momento de sacrificar a su hijo. Él demostró una gran integridad, obediencia y fe en el creador de todas las cosas.
Podemos indicar que la fe perfecta es un producto de la obediencia. Ser obedientes significa hacer la voluntad de Dios, aceptar sus designios y poner nuestra mirada y confianza en ese maravilloso Dios, que nos sacó de las tinieblas para que veamos su luz admirable.
Cómo fuiste obediente en lo poco, así te pondré por alto en lo mucho. Tu fe aumentará como resultado de tu obediencia a Dios en las cosas más pequeñas. Cada paso de obediencia fortalece nuestra confianza en Dios; una fe grande, comienza con pasos pequeños. Esto significa que si honramos y ponemos a Dios primero en lo poco, él nos recompensará en lo mucho y nos será dado de acuerdo con la medida de nuestra fe.
7. Depende solo de Dios
Nunca olvides esto: Todas las grandes obras de Dios han sido realizadas a través de hombres y mujeres débiles que dependieron totalmente de Dios. Resulta trascendental poner nuestra confianza en Dios, en su poder, santidad y amor. Él nos entrega excelentes bendiciones como el milagro de la vida, y una gran salud. Recordemos todo lo que Dios ha realizado en nuestras vidas.
Así mismo, resulta vital no poner la confianza en el hombre, ni depender de él. Las personas pueden fallar, pueden abrazarnos de frente, y darnos una puñalada por la espalda; sin embargo tenemos un gran amigo que nunca falla, es nuestro señor Jesús. Él nos sostiene con su amor, gracia y benevolencia. Creamos en su maravillosa obra con una fe inquebrantable y una Esperanza gloriosa por venir.
Somos seres humanos imperfectos, aunque Dios se manifiesta en nuestras debilidades. Siempre tengamos la mirada puesta en el creador, teniendo la certeza y fe necesaria para comprender que el que comenzó en nosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo. Dios según la medida de nuestra fe nos entregará la victoria en todas las cosas que emprendamos.
8. No es con tu fuerza y habilidad, sino con la fuerza y la gracia de Dios
Existen muchas personas y hasta hombres y mujeres de Dios que se les sube el ego y el orgullo a la cabeza. Piensan que son ellos con su habilidad, fuerza, inteligencia y experiencia que sanan enfermos, predican muy bien y se convierten las almas, pero no es así. Somos pequeños instrumentos en las manos de Dios, pero toda la gloria es para él.
Si tenemos la fe necesaria de que Dios nos usa para sus maravillosos propósitos, así será. No es con nuestra fuerza y talentos, es con la fuerza y la unción de Dios. Recordemos esto cada día y momento de nuestra vida, mantengamos siempre la humildad para reconocer la magnificencia de Dios, en comparación con lo insignificante de nuestra vida.
Nuestra fe en Dios se incrementará cuando tenemos la perspectiva adecuada. A través de mí experiencia me he dado cuenta de que Dios transforma gente pequeña, sin instrucción, sin talentos y con una autoestima muy baja; y los levanta, utilizándolos grandemente en su obra de salvación.
En conclusión puedo decir lo siguiente: tengamos la fe suficiente para comprender la maravillosa obra que Dios ha hecho en nuestras vidas. Somos vasijas de barro moldeadas por Dios para bendición. Todas las cosas que emprendemos prosperarán, porque Dios vá con nosotros en el camino y guía nuestros pasos. Hoy es el gran día para tener una fe inquebrantable, y saber que lo que viene en nuestras vidas es lo mejor, lo maravilloso y lo más hermoso.